jueves, 28 de febrero de 2008

seguridad 1

JAMAS navegues solo... Ya pero, ¿qué culpa tengo yo si los demás no han podido venir hoy?... JAMAS navegues con viento de tierra a una distancia mayor de la que calcules que puedas volver por tus propios medios en caso de rotura... Vale pero, con estos veinticinco nudos, la distancia que puedo nadar hacia la playa en contra del viento es de cero metros... JAMAS navegues a última hora... Muy bien, le pediré a mi jefe que me deje las tardes libres los días de viento... Seamos mínimamente realistas: de la misma manera que muy poca gente navega con casco aunque a todas luces es un elemento de seguridad que deberíamos usar incluso en agua plana cuando el viento es un poco fuerte, más de un windsurfista no va a poder resistirse a navegar por estar solo, por soplar el viento de tierra o, menos aún, por faltar una hora para que se ponga el sol... ¡por no decir con dos o los tres elementos de riesgo al mismo tiempo! Por poner un ejemplo, cuando el año pasado estuvimos varios periodistas con Bjorn Dunkerbeck en Cabo Verde nos comentó que, en los días sin olas pero con buen viento, su método de entrenamiento consistía en coger la tabla de slalom y recorrer de un sólo largo varios kilómetros de la costa Oeste de Sal, perfectamente plano y con fuerte viento terral, para luego trasluchar y volver en otro largo gigantesco hasta el punto de partida. Alguien le preguntó que a cuánta distancia llegaba a alejarse de la playa durante el recorrido y dijo que como a un kilómetro. Después, que si al menos llevaba el teléfono móvil por si se le rompía el mástil ahí en medio y dijo que no. Finalmente alguien dijo que le parecía una locura por muy Bjorn que fuese y, como para terminar con el interrogatorio, ¡contestó que se iba a comprar una funda estanca para su móvil! Es sólo una anécdota pero sirve para constatar que cada día, en alguna playa del mundo, es más que probable que algún windsurfista, experto o novato, esté asumiendo más riesgos de los necesarios y que algún día podemos ser nosotros los implicados en un naufragio o los que tengamos que reaccionar para ayudar a alguien. Por tanto, en este reportaje vamos a intentar abordar el tema de la seguridad en tres partes: la primera, qué medidas de precaución debemos tomar antes de salir a navegar; la segunda, qué hacer cuando vemos que alguien está en apuros; la tercera, poniéndonos en el peor de los casos posibles, qué hacer para volver a tierra por tus propios medios cuando, por las circunstancias que sean, te ves sentado en tu tabla haciendo señas que sólo ven las gaviotas que están posadas en la playa... solo y derivando cada vez más lejos de tierra en el inmenso mar, el peor de los marrones en que una persona se puede ver metido.El mejor y más fun de los deportes también tiene su cara oscura... veamos cómo zafarnos de ella.Por Gonzalo CárdenasSalvamento marítimo 900 202 202
1- Precauciones antes de entrar al aguaEs en este aspecto en el que más insisten los manuales de seguridad en el mar y las recomendaciones que publica Salvamento Marítimo pero, hay que decirlo, es evidente que algunos de estos consejos necesitan una revisión. Por ejemplo: “Emplee tablas con un sistema fiable de remolque situado a proa. Piense que el uso de arnés representa un ahorro considerable de fuerzas”... Cuando en realidad todos navegamos con arnés y la anilla de remolque ha desaparecido de casi todas las tablas hace como veinte años. O, “Utilice protección contra el frío (trajes isotérmicos) y emplee colores llamativos en vela, plancha y vestimenta”... El traje lo usamos todos y lo de los colores depende exclusivamente de los fabricantes... “Lleve consigo un kit con linterna, luces químicas o bengalas y algún alimento de alto poder nutritivo”... recomendación realista si vamos a hacer una larga travesía, no tanto si es para navegar en olas, y en la que, en todo caso, falta clamorosamente incluir un teléfono móvil con funda estanca y nombrar las modernas bengalas desenrollables que funcionan con pila y luz de “lead”. Después hay otras recomendaciones que, por generalistas, tampoco parecen muy útiles realmente: “Verifique las horas de las mareas y conozca las corrientes dominantes de la zona”, “Vigile la meteorología. El viento y la mar pueden cambiar bruscamente en la costa”... Otras resultan curiosas por hasta que punto parecen una predicación en el desierto: “Use un chaleco salvavidas de color vivo, llévelo permanentemente puesto. Si practica windsurf de velocidad, utilice un casco protector”... Otra es llamativa por si misma: “No se aleje de la costa más de una milla, unos mil ochocientos metros”... Como tengas un problema, ¡incluso la mitad, novecientos metros, es una burrada de distancia! Finalmente, aparecen tres recomendación fundamentales y que son de sentido común: “Tenga cuidado con el viento de tierra que puede alejarle de la costa”, “No navegue solo, hágalo en compañía e informe a alguien del lugar dónde va y de cuándo piensa regresar para que pueda dar la voz de alarma si se retrasa su llegada”, “No se haga a la mar al atardecer. Si tiene algún problema, caerá la noche y será muy difícil encontrarle. Un límite aceptable es no hacerlo antes de dos horas de la puesta del sol”.Pues bien, entendiendo que estas recomendaciones no pueden ser todo lo concretas que nosotros nos proponemos exponer en este reportaje, lo que más llama la atención de los consejos de Salvamento Marítimo es la poca importancia que se da a nuestro gran enemigo invisible, el viento de tierra, del cual sólo se dice: “Tenga cuidado con el viento de tierra que puede alejarlo de la costa”... ¿Qué quiere decir “tenga cuidado”?, ¿cuánto cuidado debo tener?, ¿cuidado en qué sentido?... El viento de tierra es, como todos sabemos, el peligro número uno y el responsable de todos o casi todos los percances que han ocurrido haciendo windsurf. No es que te pueda alejar de la costa, es que te aleja de la costa a toda velocidad en cuanto fallas tú o tu material. Si hubiera que elegir, en caso de no tener ayuda exterior y romper el mástil, mejor estar debajo de una rompiente de tres metros con rocas en la playa y a punto de anochecer, pero con viento de mar, que a doscientos metros de una playa de arena fina y mar plato, bajo el sol deslumbrante de las doce de la mañana, pero con fuerte viento terral. Lo primero es un marrón más que contar a los amigos, lo segundo es estar en peligro de no verles nunca más.Con viento de mar, el sentido común nos sirve a todos para decidir cuando podemos entrar o no a navegar si las olas o el viento son demasiado fuertes para nuestro nivel, sin embargo, cuando se trata de viento de tierra, el panorama siempre parece fácil, aparentemente accesible para cualquier nivel, porque el viento de tierra engaña: siempre está más flojo en la playa y da pocas muestras de lo que se puede estar formando cien o doscientos metros mar adentro. Si tienes experiencia ya sabes lo que vas a encontrar pero si eres novato, puedes caer en la trampa como un ratón. En un ejemplo real, el pasado mes de Julio, pasando el día en el pueblo de la Isleta del Moro en Almería con un fortísimo viento térmico de tierra, apareció un windsurfista dispuesto a meterse al agua. Sin arnés y con todo el material nuevo pero con la vela fatalmente aparejada, era evidente que no tenía ni idea. En este sitio, dividido por una pequeña península donde está el pueblo, puedes navegar a la derecha del pueblo o a la izquierda. A la derecha había mucho chopi, casi olas, porque la bahía está cerrada, y a la izquierda el mar estaba plano, peinado por el viento terral. Por supuesto, el windsurfista se fue directamente a la zona que le parecía más fácil, la zona plana... y menos mal que me hizo caso y se fue a la bahía. Soplaban más de treinta nudos. Hubiéramos tenido que organizar un rescate con toda seguridad.Por tanto, dirigiéndonos especialmente a la gente que está empezando y que muchas veces no se atreve a preguntar por no quedar de novato, decirles que no naveguen cuando noten que el viento sopla desde tierra hacia el mar... Si se saltan esta recomendación, por lo menos que no lo hagan en un sitio que esté totalmente expuesto al mar abierto, que busquen el recodo de una bahía donde, aunque deriven, terminen llegando a tierra (por ejemplo, en Tarifa con Levante, si te metes en Valdevaqueros o en Casa Porro sales por la duna, pero si te metes en el Campo de Fútbol de Los Lances terminas en el Atlántico). Si también se saltan esta recomendación, por lo menos que no lo hagan en solitario... Si también se saltan esta recomendación, que hablen con la gente que está en la playa, windsurfistas o no, y comenten cuáles son sus planes para que pidan ayuda en caso de verles en apuros. Por último, en todos los casos, que lleven un teléfono móvil con funda estanca para pedir socorro en caso de necesidad. Todas estas recomendaciones sirven también para windsurfistas expertos pero en este caso, al menos, si se quedan tirados será por rotura de material o bajada de viento, raramente por no poder volver a tierra por una subida repentina de viento. En el caso del inexperto, sin embargo, entrar con viento de tierra es asumir directamente un riesgo enorme: suba o no suba el viento, es más que probable que en cinco minutos estén derivando, sin poder ceñir, viéndose cada vez más lejos de la playa. Como decimos, una bajada brusca del viento o una rotura de material son otros factores que nos pueden poner en peligro cuando se navega con viento de tierra y, en este caso, afectan igual a novatos y a expertos. La bajada de viento puede ser imprevisible y sobre cómo reaccionar en ese caso hablaremos más adelante. Sobre la rotura del material, algunas veces puede ser imprevisible, como en el caso del mástil o la botavara (ojo: al mínimo chasquido o ruido extraño que oigamos navegando saldremos a la playa), pero otras se puede prever revisando el equipo de vez en cuando. Verificaciones rutinariasPie de mástil: Lo primero es comprobar el estado del “tendon joint” y para ello vale con doblar éste con la mano y observar si los pases de los tornillos, normalmente ocultos, están tan dados de si que aparecen a la vista (foto). Después, puede ocurrir que, en el sistema de bala (muy cómodo y muy utilizado pero mucho menos fiable que el de cazoleta con clips), la bala se esté aflojando y quede a la vista una parte del espárrago donde va atornillada. También, en el sistema de cazoleta, puede ocurrir que la tuerca que une ésta con el tendon joint esté floja y haciendo cada vez más juego, pudiendo llegar el tornillo a desgastar la cazoleta de plástico hasta salirse con tuerca y arandela. En todos estos casos, lo mejor es llevar la pieza entera a nuestra tienda para que lo revise un profesional. Aparte de esto, nuestro consejo es tener dos pies de mástil y usarlos alternativamente, de manera que si tenemos que dejar uno a la tienda para que lo revisen, podamos seguir navegando mientras tanto (si sólo tenemos uno es más que probable que siempre lo dejemos “para mañana”, o sea, hasta que pete en el agua).Además de esto, y como todos sabemos, el pie de mástil lleva un cabo de seguridad que une las dos partes donde va insertado el tendon joint. Este cabo es un último cartucho providencial que nos permite volver a tierra navegando tranquilamente en caso de rotura (además, si usamos un cono protector en la base, ni siquiera se marcará el puente de la tabla con el la pieza rota). Este cabo también hay que revisarlo de vez en cuando, tanto su estado como, sobre todo, que los nudos que hacen de tope no se estén aflojando.Cabos:Cabo del pie de mástil, cabo del cabezal de la botavara y cabo de la escota... Todos pueden ser sustituidos en el agua por un cabo de seguridad que llevaremos siempre amarrado al arnés (foto) pero no merece la pena estropear una sesión por dos euros y hay que cambiarlos cuando veamos que están empezando a despellejarse. Por supuesto, usaremos cabos de dynema o kevlar, nunca sólo de polyester.Cabos de arnés:Una rotura de un cabo de arnés navegando a toda velocidad puede suponer una buena contractura de espalda o algo peor. Hay que cambiarlos cuando vemos que los amarres de la botavara empiezan a dejar ver el tubo de plástico por arriba (foto).Unión del mástil:Es muy normal que las dos partes del mástil se desencajen unos centímetros al pasar la funda por el mástil y nos metamos a navegar así, aumentando muchísimo la posibilidad de una rotura del palo por la unión. Normalmente se nota porque la vela pide menos alargador de lo normal (ya que el mástil es así más largo) pero puede ser que no nos demos cuenta. Para verificarlo, pasaremos la mano por la unión una vez tensada la amura y comprobaremos que no se nota distancia entre las dos partes. Otra manera muy eficaz de evitar esto es unir las dos partes del palo con cinta adhesiva (foto) antes de pasarlo por la vela.Hablando del mástil, recordemos también que siempre hay que utilizar el protector de mástil en el cierre de la botavara para evitar el desgaste rápido de la fibra en esta zona (foto).Quilla:A veces no hay ningún signo de deterioro y la quilla rompe espontáneamente mientras navegamos, pero puede ocurrir que veamos grietas trasversales en la base de la quilla, justo donde sale de la tabla, y esto es una aviso de que la quilla tiene los días contados. De la misma manera, un tornillo que no hemos apretado hace tiempo puede estar flojo y dejarnos en medio del mar sin quilla. Tanto los tornillos de la quilla como los de los footstraps deben ser apretados con regularidad.Poco nivel y viento de tierra, mezcla explosivapor Francisco PérezCabo de Gata, Julio del 94, viento de tierra. Al llegar a la playa la cosa está bastante fuerte para ser verano. Monto 4.7 metros y tabla de olas de 74 litros. Después de una hora de navegación el viento ha subido para 4 metros. Salgo a cambiar la vela y en esto que llega un grupo de windsurfistas que no suelen frecuentar la zona, sólo conocía a uno. Nos saludamos, preguntan por el viento y la respuesta consiguiente: “Con el mar plano no parece tanto pero está muy fuerte”... pero observo que montan 4.7 y 5.5 metros. Como nos sabes el nivel de la gente, lo más prudente es callar y observar.Efectivamente, después de ver como navegan veo que se alejan bastante de la costa y que las catapultas son de campeonato. Pero, pasado un rato, observo desde mi tabla que uno de ellos (4.7 metros, el que yo conocía) se ha alejado bastante de la costa y que cuando va hacer el waterstart sale disparado del agua. Sigo navegando a la espera de ver alguna reacción por parte de sus compañeros de navegación, está casi a un kilómetro de la costa. Como no veo ningún movimiento me acerco a ellos y les digo que si son conscientes de donde está su amigo y que lo va a tener complicado para salir. La respuesta es un poco paradójica: sí, parece que está en apuros pero todos quietos como estatuas. Visto el panorama, entre unos cuantos de los habituales organizamos el rescate: “Tú ve y busca un barco pesquero, tú llama a la Guardia Civil por si esto se pone feo y yo me voy con la tabla a ver si puedo ayudarle en algo”. Me monto en la tabla y me tiro al largo en busca del windsurfista. Las condiciones a trescientos metros de la orilla ya no son tan planas y empieza a ser imprescindible cierto control de la tabla. Después de unos cinco o seis largos llego al lado del “náufrago”. Por el camino pensé en darme la vuelta a tierra ya que impresiona meterse solo ahí dentro. El panorama es bastante imponente: un chopi de un metro con una distancia entre olas de dos metros, rachas de viento que arrancan el agua, el pueblo de Cabo de Gata se ve tamaño miniatura y, lo que más me impresionó, la cara aterrorizada del windsurfista. Recuerdo perfectamente cómo me decia: “Gracias, gracias que has llegado, lo estoy pasando mal, estaba a punto de soltar la vela y venirme con la tabla”. Le tranquilizo y le digo que viene un barco de camino. Le digo que si quiere probar con mi material y me dice que vale. Lo intenta un par de veces pero el cansancio que tiene acumulado hace que al avanzar unos metros con el super chopi y la rachas sea imposible. Me uno a él y le digo que esperaremos a que venga el barco. Momentos de nervios ya que sólo hay agua a nuestro alrededor. Me subo en la tabla y al fin veo venir el barco. Se acerca a nosotros, le desmonto la vela y para tierra. Todavía recuerdo que cuando me monté en la tabla para hacer la ceñida de vuelta le pedí a Dios que no pasase nada. Después de unos cuarenta minutos llegué a tierra. La cara de alegría se me mezclaba con la del miedo que había pasado ahí fuera.El día después: el náufrago dejó el windsurf después de la experiencia. Diez años más tarde, en la misma playa y en un caso similar, perdimos para siempre a un compañero ya que, entre otros hechos, el barco que fue a buscarlo era demasiado pequeño y le entraba agua por la popa a cada ola de chopi. Mi reflexión: nunca subestimes el mar y al más mínimo problema pon en marcha todo el sistema de rescate, porque quinientos metros más de deriva pueden suponer una vida.2- Windsurfista a la deriva... ¡900 202 202!Las recomendaciones de Salvamento Marítimo no dejan lugar a dudas a este respecto: “En caso de rotura o accidente no abandone nunca su tabla intentando ganar la playa o costa a nado. No sobrestime sus fuerzas. Desde la tabla haga señales subiendo los brazos extendidos”. “En caso de avistar desde tierra a un windsurfista en apuros, no dude en llamar al teléfono de emergencias marítimas: 900 202 202”. En este aspecto, y especialmente si el viento es de tierra, sólo cabe repetir la expresión utilizada por Salvamento Marítimo: “no dude en llamar”... Esta duda en llamar al 900 202 202 y al 112 inmediatamente, antes de intentar ninguna otra cosa, ha supuesto la perdida de más de una vida. Increíble pero cierto. El siguiente paso es de sentido común: alguien permanecerá siguiendo en todo momento al windsurfista en apuros con prismáticos desde un punto alto y se intentará buscar un barco o moto de agua para hacer un rescate inmediato por nuestra cuenta... Hasta aquí está claro lo que hay que hacer pero, ¿qué pasa si no hay barco, el rescate no llega y se está haciendo tarde?, ¿nos quedamos en la playa mirando como desaparece el windsurfista?... Si el problema viene de una bajada brusca del viento, no está en nuestra mano ir hasta donde está el náufrago pero si se trata de una rotura de material está claro que hay que llevarle inmediatamente un mástil, una botavara o la pieza de recambio necesaria siguiendo los métodos que se indican más adelante. Si se trata, como ocurre casi siempre, de un novato que no es capaz de ceñir hacia tierra... Este es el caso más grave y, como decimos, más habitual, pero sobre el que no hay normas escritas. Con viento suave y material grande es posible remolcar con un cabo al náufrago tumbado sobre su tabla después de abandonar su aparejo y, por supuesto, tomando un rumbo de través hacia cualquier punto de la costa, no en ceñida hasta los coches. En caso de viento fuerte es imposible remolcar a alguien con una tabla de windsurf. Intentarlo sólo supondrá gastar tiempo y energías... Si alguien se mete en el agua para tranquilizar al náufrago y facilitar su localización es posible que al cabo de un rato haya dos náufragos en vez de uno, está claro, pero la realidad es que este gesto ha servido para salvar vidas en ocasiones y cada uno deberá decidir en función de su intuición: no es lo mismo meterse en mar totalmente abierto con temporal de tierra que entrar, como hacemos otras veces, con buen viento “side off” (de tierra y ligeramente de lado) en una bahía grande pero que cierra parcialmente, aunque sea a varios kilómetros. Por supuesto, iremos siempre con un teléfono móvil y con el equipo en perfectas condiciones.A continuación explicamos cuáles son las maneras de transportar diferentes piezas del equipo, técnicas que pueden ser útiles para ayudar a alguien que ha roto algo, ya sea para poder regresar a la playa con viento de tierra o para evitar salir por las rocas si estamos navegando en un spot de difícil entrada y salida.Transportar una tablaEn caso de rotura brusca del pie de mástil es muy fácil que la tabla se nos escape de las manos. Ante esta situación, cualquiera que esté navegando en la zona puede recogerla y llevarla hasta donde está el náufrago nadando junto a su aparejo. Para ello, basta con agrandar al máximo el footstrap trasero de la tabla y, pasando el brazo trasero por él, agarrar la botavara y hacer waterstart como normalmente. Una vez planeando con el arnés enchufado (más fácil de lo que puede parecer) podemos soltar la mano trasera y agarrar el canto contrario de la tabla para presionarla contra el cuerpo (foto derecha) y controlarla mejor. Si hay que hacer un cambio de bordo, simplemente nos dejamos caer suavemente, colocamos nuestra tabla y vela en el nuevo rumbo y repetimos la operación.Transportar una botavaraPuede ser útil para llevar una botavara de recambio a alguien que ha roto la suya navegando. Simplemente, enfilamos la botavara por arriba de nuestro aparejo, hasta que se apoye en nuestra botavara. Este método es mucho más sencillo y eficaz que ponerse la botavara en bandolera.Transportar una velaSe trata de enrollar la vela lo mejor que podamos y, después de haberla asegurado con el “strap on” elástico o con un cabo de seguridad, llevarla o bien entre los brazos igual que si lleváramos unas ramas para hacer un hoguera, (foto 1) o sobre nuestra tabla, colocándola a barlovento del pie de mástil y asegurándola con los pies haciendo tijera (foto 1).Transportar un mástilPuede ser útil para llevar uno o una parte de recambio a alguien que ha roto el suyo. Si se trata de un mástil fino, pasaremos las dos partes por uno de los footstraps delanteros, previamente agrandado, y aseguraremos el conjunto con un cabo en el pie de mástil. Si se trata de un mástil normal, pasaremos una pieza por cada uno de los footstraps delanteros y los aseguraremos entre si en la zona del pie de mástil.Transportar un aparejo enteroEs la manera de ayudar a alguien que, por accidente, no puede continuar navegando y sólo puede salir remando. Este método, aparatoso a primera vista, funciona perfectamente y no da ningún problema al navegar, incluso en ceñida. Se trata de enfilar el aparejo sobre el nuestro, pasando la botavara del aparejo a transportar por arriba, hasta que apoye en la nuestra o no baje más, y asegurándolo abajo, a nuestro pie de mástil, con su cabo de pie de mástil. Lógicamente, habiendo pensado primero qué rumbo vamos a coger para llegar a tierra, colocaremos el aparejo de manera que la vela transportada quede por detrás, a sotavento, de la nuestra.

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